“Los seguidores del materialismo histórico aceptan plenamente las particularidades naturales de cada sexo y demandan sólo que cada persona, sea hombre o mujer, tenga una oportunidad real para su más completa y libre autodeterminación” (Alejandra Kollontai, Los fundamentos sociales de la cuestión femenina, 1907)
Erika G. Huacuz
Es imperioso entender qué es el machismo y si este puede diferenciarse entre de izquierda y derecha. Es común escuchar “Machismo de izquierdas” como si esta frase fuera valida para describir la existencia de machismo dentro de las organizaciones políticas que se identifican con el amplio abanico de la izquierda, sin embargo nosotras consideramos que al utilizar esta frase como concepto, esconderíamos una justificación al machismo en sí misma. Para poder entender por qué decimos esto creemos que es necesario clarificar cuatro conceptos fundamentales para el debate: Sistema sexo/género, Patriarcado, Sexismo y Machismo.
Entendemos al machismo, como un comportamiento tanto de mujeres como de hombres en donde actitudes, discursos y acciones se realizan según lo “correcto” en el sistema sexo/género que es un sistema en el que hombres y mujeres conviven de manera desigual en dos grandes grupos que representan a su vez los dos géneros dominantes. Cada grupo es un polo complementario uno del otro y jerarquizado de tal manera que los hombres son quienes ejercen el poder y las mujeres están subordinadas. Dicha jerarquía es causa y consecuencia de la valoración que se hace de las características asignadas a cada género y las capacidades que se le atribuyen a cada uno. Es así como se explica que tanto hombres como mujeres puedan ser machistas.
¿Pero qué papel juega el machismo en éste sistema?, primero que nada no hay que confundir los siguientes conceptos: sistema sexo/género, patriarcado, machismo y sexismo. Definimos ya lo que significa el sistema sexo género, ahora bien el patriarcado de manera general y sin entrar a detalle, es un sistema ideológico que da lugar a las líneas rectoras de las relaciones entre los sexos, dota de contenido al sexismo y de manera dialéctica se refuerza y se sostiene a través de las acciones que éste produce.
Ahora bien, el sexismo representa una actitud consciente que propicia la dominación y subordinación del sexo femenino con respecto al masculino. Tres de las formas más identificables y “relevantes”, por así decirlo, son el machismo, la misoginia y la homofobia, pero no son las únicas. Una característica común a todas ellas es que son expresiones de dominio masculino patriarcal. Para complementar esta parte diremos que la misoginia es la cualidad o actitud de quien odia o rechaza a las mujeres y todo lo que es propio de ellas, mientras que la homofobia es el odio, miedo y desprecio a todas las formas de expresión del LGBTTTIQ. Citando a Victoria Sau el sexismo sería el “Conjunto de todos y cada uno de los métodos empleados en el seno del patriarcado para poder mantener la situación de inferioridad, subordinación y explotación del sexo dominado: el femenino”[1].
Acercándonos responder la pregunta que le da título al presente documento, definimos machismo como la expresión del sexismo que exalta los valores masculinos, la hombría, la virilidad y el poder de los hombres, expresado a través de la violencia y la fuerza. Expresa actitudes de superioridad y dominio sobre las mujeres. En la práctica, como lo señala Sau, “el machismo lo constituyen aquellos actos, físicos o verbales, por medio de los cuales se manifiesta de forma vulgar y poco apropiada el sexismo subyacente en la estructura social (…). El machista generalmente actúa como tal sin que, en cambio, sea capaz de <explicar> o dar cuenta de la razón interna de sus actos. Se limita a poner en práctica de un modo grosero (grosso modo) aquello que el sexismo de la cultura a la que pertenece por nacionalidad y condición social le brinda”
La forma de entender estos conceptos juntos es entendiendo que los tres actúan en interrelación constante. De manera resumida, los seres humanos nos dividimos biológicamente en dos sexos (hombre-mujer) los cuales al relacionarse entre sí establecen relaciones sociales que los definen en dos grandes grupos o géneros dominantes (femenino-masculino), en esta relación dicotómica se ejerce la política y el poder es detentado por los hombres mientras que las mujeres son subordinadas, la forma en la que son subordinadas entre otras cosas es por medio de la ideología patriarcal que se pone en práctica a través del sexismo que a su vez tiene como una de sus más importantes expresiones al machismo.
Hasta aquí, hemos hablado de las relaciones entre humanos, hombres y mujeres, las relaciones entre los sexos y los géneros sin incorporar el concepto de clase. Y esto es porque desde el inicio de la historia existe disparidad entre hombres y mujeres, el desarrollo de los distintos sistemas de producción plantea cada uno una configuración específica y particularidades del papel de las mujeres durante cada periodo histórico sin embargo siempre ha sido (hasta la fecha) de opresión, tanto para las mujeres explotadas como para las explotadoras. Como sabemos, cada clase cuenta con su programa político y lucha por sus intereses. La burguesía necesita de lo más cruel del machismo para reproducir al sistema patriarcal junto con el capitalismo, sin embargo también hace concesiones, aprobando la existencia del feminismo burgués en sus instituciones y organizaciones políticas o negando y maquillando la existencia del machismo a través de los micro machismos por ejemplo. Para las y los trabajadores en cambio es una necesidad combatir cualquier tipo de machismo que se reproduce en sus filas a la par de la ideología burguesa y que se anida en su pensamiento.
Es en este sentido que nosotras creemos que el verdadero esfuerzo que deberíamos de hacer es el de identificar verdaderamente al eje del problema, ya que el caracterizar al machismo como “machismo de izquierdas” en las organizaciones de las y los trabajadores esconde el hecho de que es un problema de reproducción ideológica, que muestra que aún no terminamos por destruir la ideología burguesa/patriarcal. En la práctica hacer esta distinción aligera el hecho de que exista, como si por ser de izquierdas no fuera igual de mala.
Es por esto que no debemos de hablar de la existencia de un machismo de izquierdas diferente al machismo de derechas, el machismo es machismo. Lo que sí es cierto es que existe machismo en las izquierdas y suele ser más velado que el que se practica en las derechas y por tanto cuesta más trabajo identificarlo y luchar por su erradicación. Sin embargo, es nuestro deber como socialistas rechazar no sólo el machismo, si no cualquier tipo de expresión sexista, porque por principios luchamos en contra del capitalismo patriarcal y de no ser así, caeríamos en una incoherencia y una falta de ética en la lucha por los cambios radicales a los que aspiramos.
Finalmente, no existe la forma de eliminar al machismo si antes no abordamos el sexismo y luchamos contra el patriarcado. Esta relación desigual entre los sexos, “la política sexual” actual, como señalaría Kollontai debe ser desmantelada en orden de poder construir a la mujer y al hombre nuevos y que juntos construyan una nueva moral. Afirmamos que no basta con medidas punitivas de las formas explicitas de machismo, como pueden ser el acoso sexual o la violencia que practican las y los camaradas, pues esto es apenas la punta del iceberg. Sin embargo, tampoco hay que dejar ningún tipo de agresión machista sin acción, pues si no se combate en su momento y de manera rigurosa es capaz de comprometer los principios, el programa y la moral revolucionarios.
[1] Sau, V., Diccionario Ideológico Feminista, Icaria, Barcelona, 2000.
Author
matrioskas.org@gmail.com