¿Qué se esconde detrás del escándalo de la #LadyChiles?

Erika G. Huacuz

En días pasados se popularizó un video grabado por Adriana Rodríguez de Altamirano, empleadora de servicio doméstico del Distrito Federal, en el que ella junto con su marido humillaban a una de las trabajadoras domésticas que laboraban a su servicio. En el video se muestra como a “Doña Amparo” la trabajadora se le acusa de robo y de mentir a sus jefes por haber tomado un chile en nogada sin el permiso de la patrona.

Viralizado el video con el hashtag #LadyChiles impactó a la opinión pública y dejó entre ver una problemática de fondo que viven cientos de mujeres en nuestro país y en nuestro estado. Esta es la discriminación laboral y la falta de derechos laborales.

Las patronas (y los patrones), que suelen ser mujeres de clase alta suelen humillar a las trabajadoras domésticas a su servicio con comentarios racistas, clasistas y sexistas. Las empleadas domésticas están sometidas a un régimen salarial de explotación en el cual perciben solamente la mitad que se les paga en otros empleos equiparables, así como que es común que se les “pague en especie” en las que se les deduce de su pago tanto el hospedaje como la comida.

El trabajo doméstico constituye una actividad económica informal, que genera un valor equivalente a una quinta parte del PIB y contribuye a la generación de riqueza en la economía formal. Durante 2012, el valor económico del trabajo no remunerado doméstico y de cuidados fue de 3 billones de pesos, lo que representó el 19.7 por ciento del PIB, según la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares en México de ese año.

En nuestro país en el 2013, 89.5% de las y los empleados domésticos eran mujeres, para el INEGI una de cada diez mujeres mexicanas trabajadoras se dedican a la rama del trabajo “doméstico”, mientras que según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 1 millón 700mil mujeres se dedicaban al trabajo doméstico remunerado lo que representa un 10% de la fuerza productiva femenil y que para marzo del 2014 había crecido hasta alcanzar los 2.2 millones. Todas ellas con bajos salarios, sin acceso a derechos laborales y con la falta de protección legal, ya que 91% carece de cobertura médica, 83.6% no goza de vacaciones y 73% no recibe aguinaldo al finalizar el año además de que cerca de 900 mil mujeres dedicadas a la bores domésticas en México no cuentan con ningún tipo de prestaciones laboral.

El perfil de edad de éstas trabajadoras es de entre 20 y 49 años y 8 de cada 100 no saben leer ni escribir, además de que 1 de cada 10 habla alguna lengua indígena, así como que un cuarto de éstas trabajadoras en su mayoría son migrantes ya que laboran en un estado distinto al que nacieron siendo el estado de México, DF, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato y Michoacán las entidades con mayor número de habitantes dedicados a este trabajo. Solamente en la Ciudad de México, 1 de cada 2 empleadas domésticas provienen de otros estados.

Como vemos, la situación de las trabajadoras domésticas es sumamente precaria, por lo que no resulta extraño que dicho video haya causado la indignación popular. Y es que día con día se hace más necesaria la visibilización de éstos casos que nos hagan preguntarnos ¿Siempre las cosas fueron así?, para después darnos cuenta de que hasta la década de los 50’s en nuestro país existía un gremio fuerte de trabajadoras domésticas en el cual existían alrededor de 30 sindicatos que pugnaban por mejores condiciones de vida para las trabajadoras domésticas. Luchar por nuestros derechos no es imposible, tenemos que empezar a hacerlo.