La marcha por la familia natural o la prevalencia de la familia burguesa

¿Se mantendrá la familia en un estado comunista? ¿Persistirá en la misma forma actual?

Alejandra Kollontai

El 10 de septiembre de 2016, salieron a las calles miles de personas a marchar “Por la familia natural”, dicha marcha tuvo una convocatoria nacional y fue realizada en gran medida por organismos religiosos y partidos políticos. Todas estas movilizaciones tuvieron como eje central “el derecho a la familia heterosexual” esto debido a la aprobación del matrimonio homosexual en diversos estados de la república. Estás manifestaciones homofóbicas tuvieron como hilo conductor ideologías y mecanismos religiosos predominantemente, pero también políticos, económicos y culturales. Sin embargo todos estos movimientos “por la familia natural” se vieron movidos por la moral burguesa y machista que aun predomina en nuestra sociedad. En donde la heterosexualidad es lo “moralmente correcto” y si alguien decide vivir su sexualidad de manera libre y abierta es tachado de “inmoral”.

Para poder analizar y comprender este fenómeno desde la perspectiva feminista marxista, demos entender primero por qué la homosexualidad o cualquier otro tipo de identidad sexual es inconveniente para el sistema capitalista patriarcal, sistemas que son inherentes el uno con el otro y que si bien el patriarcado no surge con el capitalismo, la opresión del sistema patriarcal adquiere bajo esté medio de producción, rasgos particulares que lo convierten en un aliado indispensable para mantener y reproducir el statu quo.

En la sociedad capitalista, de manera general se han permitido la existencia de cierto tipo de prácticas sexuales, sin embargo son dominantes y oficiales aquellas que están relacionadas directamente con los roles heterosexuales puesto que le son útiles al capital para mantener la unidad de la familia nuclear y así mismo los valores morales burgueses. Cualquier forma de expresión de la sexualidad humana que no cumpla con dichas características, al no ser funcional dentro de éste esquema es reprimida. Y es de esta forma cómo podemos explicar la necesidad que tiene el capital de la existencia de la heterosexualidad obligatoria, con las características de ser ahistorica, “natural” e inmutable. Sin embargo la sexualidad humana es y ha sido un proceso histórico que ha tenido diversas expresiones ya que la sexualidad en sí mismas se construye.   

Si bien el matrimonio igualitario es un derecho que se encuentra dentro de las instituciones burguesas, es en sí mismo un fenómeno que visibiliza a las minorías sexuales, en las que la discriminación y la violencia se viven día a día. Desde los más sutiles como pueden ser comentarios homofóbicos, chistes, burlas, pasando por los despidos injustificados o la no contratación de personas por sus preferencias sexuales, hasta llegar a los crímenes de odio.

El matrimonio homosexual, pone al descubierto la existencia de nuevas formas nucleares de familia como bien lo señala la socialista Alejandra Kollontai en su escrito “El comunismo y la Familia”

 “Bien sea por error o ignorancia, estamos dispuestos a creer que todo lo que nos rodea debe permanecer inmutable, mientras todo lo demás cambia. Siempre ha sido así y siempre lo será. Esta afirmación es un error profundo, para darnos cuenta de su falsedad, no tenemos más que leer como vivían las gentes del pasado, e inmediatamente vemos como todo está sujeto a cambios y como no hay costumbres, ni organizaciones políticas, ni moral que permanezcan fijas e inamovibles así, pues, la familia ha cambiado frecuentemente de forma en las diversas épocas de la vida de la humanidad”

Si bien hoy día podemos encontrar estructuras familiares en distintas formas y no tan rígidas como antes, la familia heterosexual, por un lado, sigue siendo el núcleo primordial en donde, se reproduce la fuerza de trabajo, única mercancía que tiene la capacidad de generar valor (y por tanto la capacidad de generar plusvalía), se mantienen como centros fundamentales de consumo de mercancías y se reproduce la moral burguesa y la ideología capitalista, necesidades básicas para la reproducción del sistema; por otro lado, es la institución por excelencia en donde las y los trabajadores pueden garantizar las necesidades humanas de cuidado para sobrevivir y seguir produciendo, trabajos que se dividen según los roles de género al interior de las unidades familiares. Por tanto, la familia heterosexual es uno de los medios por los cuales el capitalismo sustenta y garantiza su reproducción, así mismo como el patriarcado asegura su prevalencia, a partir de la moral patriarcal predominante, en una unidad indivisible.

Es por esto que los matrimonios homosexuales, al ser ahora un derecho constitucional y visibilizar la existencia de núcleos familiares distintos que no están encuadrados dentro de esta moral burguesa y patriarcal rompen con todo un paradigma predominante hasta nuestros días. 

Nosotras y nosotros como feministas marxistas nos mantenemos con la mirada puesta en construir una nueva moral sexual para las y los trabajadores que incluya la libertad plena en la elección de nuestra preferencia sexual y que nos permita eliminar todas las formas de intolerancia, discriminación o promoción del odio contra lesbianas, gays, bisexuales, pansexuales, intersexuales, transgéneros, travestis, transexuales o cualquiera que sea nuestra expresión del género.

Por tanto señalamos que los proyectos revolucionarios que plantean acabar únicamente con la dominación capitalista, los feministas que buscan solo la liberación  de las mujeres o aquellos que se plantean sólo la inclusión de las personas con diversidad de preferencias sexuales, sin tomar en cuenta la necesidad de compaginar dichas luchas en un proyecto político que nos permita abolir todo tipo de opresión y explotación, son proyectos parciales que no terminarían por romper con las atrocidades que se engendran en el patriarcado y que se recrudecen en el capitalismo. Emprendamos un proceso de reeducación que nos permita entender la complejidad del problema sexual y la necesidad de la lucha por el socialismo.