Del trabajo doméstico  a la participación  política: la formación del SINACTRAHO

Ana Luisa se a dedicado a barrer, trapear, sacudir y cuidar a los hijos de sus empleadoras a partir de los 16 años; desde entonces su salario es precario, y sus horarios saturados, al mismo tiempo que recibe malos tratos, no percibe pago de horas extras y tocar el tema de un seguro sería ridículo.

En México, hay aproximadamente 2.3 millones de empleadas domésticas, esto significa que representan el grupo más grande de trabajadoras informales en el país. Y a pesar  que en el discurso, se refieren al sigo XXI, como moderno y progresivo, la realidad es otra, las condiciones laborales de los trabajadores  y trabajadoras es reprobable, y las que se dedican al trabajo del  hogar o trabajo doméstico remunerado no son la excepción; son de franca esclavitud  debido a la desvalorización social de las actividades que componen ese trabajo, así como a  la expresión de discriminación  y desigual a la que se enfrentan.

Por otra parte, la Encuesta Nacional  de Ocupación y Empleo  (ENOE) que se aplico recientemente en el país,  arrojó que  las trabajadoras  domésticas tienen en promedio 35 años,  el  33 por ciento de ellas inician  su actividad siendo menores de dieciocho años mientras que el 21 por ciento  no tiene, actualmente, la edad mínima legal para trabajar; es Chiapas el estado en donde las trabajadoras inician su labor a edades más tempranas. El 25 por ciento de estas ha desempeñado durante 10 años este trabajo, indicador que expresa una baja movilidad en el empleo, el 55 por ciento no ha concluido su educación básica (la primaria) y el 30 por ciento de ellas reporta tener la escolaridad de  tercero de secundaria,  el 13 por ciento estudios de bachillerato. En contraste el 55 por ciento de sus empleadoras cuenta con estudios superiores. El promedio de los salarios semanales que reciben estas trabajadoras es de $1,128.20, si pertenecen a la modalidad de “planta”; y $1,075.38 si son de la modalidad de “entrada por salida”. Los sueldos varían ligeramente, dependiendo de la ciudad en donde se desempeñen las trabajadoras, siendo Guadalajara donde son mejor remuneradas y Tuxtla  en donde reciben menor remuneración. El 96 por ciento de ellas  tiene un contrato laboral sólo de palabra, entre el 70 y 78 por ciento reconoce que nunca le han aumentado su salario, el 57 por ciento señala que no recibe aguinaldo, el 66 por ciento de trabajadoras afirma que no gozan de vacaciones pagadas.  El 16 por ciento  reporta haber sido víctima de despido injustificado y un 14 por ciento de haber sufrido insultos y humillaciones. Existe un marcado desconocimiento del marco legal sobre trabajo doméstico, por ambas partes: el 91 por ciento de las trabajadoras desconocen sus derechos, en tanto que el 80 por ciento de las empleadoras dice no conocer la ley.

 De esta forma, podemos afirmar que los problemas anteriormente señalados,  viene por fallas en la estructura de este mercado laboral y por la baja relevancia política de las empleadas del hogar, puesto que por el lado del mercado, hay un exceso de demanda por estos empleos, lo que facilita los relativos bajos salarios y, sobretodo, ciertos abusos de los empleadores. Pero el problema más grave es de información.

Por ello, el pasado 30 de agosto, trabajadoras del hogar de distintos estados como Puebla, Colima, Chiapas, Distrito Federal y Estado de México, aprobaron la creación de los estatutos y el Comité Ejecutivo del primer Sindicato Nacional de este sector.

El denominado Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTTROHO), busca reunir a todas aquellas personas que realizan esta labor en México.  La secretaria general Colegiada de esta organización Marcelina Bautista,  asevera que  este sindicato nació para hacer la diferencia en la realidad de las y los trabajadores del hogar en este país,  por lo que su conformación, es un momento histórico en el país. Y es que además de estar marginado por las leyes, el trabajo del hogar no ha sido reconocido socialmente, ni valorado económicamente,  la falta de conciencia de sus empleadores y de sensibilidad en la sociedad, es algunos de los  problemas que enfrentan.

Ahora después de 15 años de demora  se conformo el Comité Ejecutivo integrado por la Secretaría General Colegiada;  Marcelina Bautista Bautista, Ana Laura Aquino Gaspar y Esperanza Martha Leal Morales y   tras más de una década de trabajo de organización para su creación, sus integrantes no descansarán hasta que exista una sección delegacional en cada estado del país.

El Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar dice que su misión es defender a las empleadas que han sufrido violencia y discriminación en los hogares donde trabajan. Sin embargo, en una industria donde la rendición de cuentas es casi inexistente, es difícil saber si el sindicato será capaz de llevar justicia a los miembros maltratados. Pero aún así la organización ya está reclutando.

Es por ello que concientizar a la población de estas condiciones solo es parte de la solución. Las mejoras laborales no han sido precisamente por coyunturas  filantrópicas de los empleadores y mucho menos por la “buena voluntad del Estado”, las mejoras laborales se han dado cuando los y las trabajadoras se han organizado y se han vuelto políticamente relevantes.